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Presentación de Historia del Sistema Universitario Argentino
El 29 de abril de 2022 se realizó en la 46 Feria Internacional del Libro de la ciudad de Buenos Aires, la presentación del libro de Juan Carlos Del Bello y Osvaldo Barsky, Historia del Sistema Universitario Argentino; Universidad Nacional de Río Negro, 2021.
Luego de la presentación realizada por Osvaldo Barsky hubo dos comentaristas, Eduardo Miguez y Eduardo Sánchez Martínez, cuyas intervenciones presentamos:
Eduardo Miguez1
Una mezcla de sentimientos acompaña la presentación de este libro. La gratitud a la Universidad de Río Negro y a mi amigo Osvaldo Barsky por la invitación a ser parte del lanzamiento de una obra fundamental para comprender el sistema universitario argentino, y por compartir este honor con un destacado especialista como Eduardo Sánchez Martínez; la satisfacción por poder reflexionar sobre esta valiosa obra, la tristeza por la ausencia de quien inspiró no solo el presente libro, si no también no pocos de los eventos centrales de nuestro sistema universitario en los últimos treinta años, y que conforman una parte central del tema que ella trata. Naturalmente, entonces, esta presentación es ante todo un homenaje a Juan Carlos Del Bello, por su inconmensurable aporte al sistema universitario y científico-tecnológico argentino, que, para nuestro pesar, se interrumpe con este valioso texto.
El presente es un libro extraordinario visto desde la perspectiva de un historiador. En nuestra profesión distinguimos entre lo que llamamos fuentes primarias y fuentes secundarias: las primeras, son los documentos y las memorias que emergen de los hechos mismos que buscamos estudiar. Las segundas, las obras que otros historiadores o analistas han escrito sobre esos hechos. Este volumen reúne ambas; es una excelente fuente secundaria sobre la historia del sistema universitario, en la que los más conocidos especialistas retoman aspectos centrales de su historia. En el ameno formato de una entrevista, algunos de los historiadores más destacados de nuestro pasado universitario y científico, como Horacio Sanguinetti, Pablo Buchbinder, Diego Hurtado de Mendoza u Osvaldo Graciano, además, claro, del propio Osvaldo Barsky, nos dan una imagen rápida, pero no superficial, de algunas de las etapas fundamentales de nuestra trayectoria en la formación de ese sistema.
Pero es además una muy destacada compilación de fuentes primarias. Las entrevistas llevadas a cabo por Juan Carlos Del Bello a personas claves son un yacimiento inagotable para futuros historiadores. Los actores más importantes, figuras del más alto prestigio local y algunos de otros países, muchos de ellos actores de aportes claves al desarrollo de los estudios superiores en la Argentina, relatan sus experiencias y aportan sus puntos de vista y reflexiones sobre las acciones que han ido desenvolviendo nuestro sistema universitario.
Desde luego, falta la más importante de todas las entrevistas, a quien fue seguramente la figura clave del sistema universitario en las últimas tres décadas. Naturalmente, me refiero al entrevistador, Juan Carlos Del Bello. Pero esa ausencia no es en realidad tal. A través de sus preguntas, que muchas veces son intercambios más que solo interrogantes, Juan Carlos nos presenta sus ideas y da ricos testimonios sobre la evolución del sistema en estos años. Las entrevistas con historiadores sirven para repasar un legado de larga data; otras, con personas de más edad, para revivir un pasado más distante, y muchas de las entrevistas sobre los últimos 50 años, en los que Juan Carlos fue protagonista, para recobrar las experiencias que han ido dando forma a nuestros problemas actuales. Entre ellas se destacan los diálogos sobre los trabajos de reforma emprendidos por Juan Carlos desde los años 1990, los logros que se obtuvieron, los obstáculos que debieron enfrentar.
Y esto nos lleva a la reflexión central sobre el libro. Los historiadores sabemos que no hay una historia neutra. La objetividad es ante todo un compromiso con la verdad; es la búsqueda de la verdad bajo cualquier circunstancia. Si no hay una única verdad inalcanzable, si hay un compromiso con su búsqueda. En cambio, la objetividad no es, ni puede ser, la carencia de un determinado punto de vista, un lugar desde el cual se observa la historia, porque siempre miramos el pasado desde nuestro presente. En este sentido, toda buena historia es historia del presente, decía Benedetto Croce, y esta lo es en grado sumo.
El libro discute un pasado con total relevancia para el presente. Porque los temas que se abordan en las entrevistas, las preguntas que formula Juan Carlos, al igual que los marcos que nos ofrece Osvaldo, si por un lado son objetivos, por su compromiso con la verdad, por otro responden a un programa de problemas que son los que los autores, y muchos otros de los que estamos interesados en el sistema universitario argentino, creemos prioritarios para buscar su mejora.
En la presentación oral en la Feria del Libro jugábamos con Osvaldo Barsky sobre la idea de si el libro es o no es una historia del sistema universitario, tal como anuncia su título. En realidad, el contrapunto se basaba, como suele ocurrir, en la variedad de significados de un mismo término. Osvaldo señalaba con razón que no es una historia, en el sentido de un intento ordenado y sistemático de desarrollar de manera cronológica la secuencia de evolución de nuestro sistema universitario. No es eso lo que el libro se propone hacer.
Pero en un enfoque diferente, es un verdadero libro de historia, en el sentido que contiene valiosas hipótesis, claves interpretativas de los problemas del pasado y su relevancia para el presente. Si las tesis interpretativas pocas veces se hacen explícitas como una visión sintética, tanto en los diálogos que conduce Del Bello, como en los textos que introduce Barsky, hay un conjunto de problemas, a los que haré referencia en breve, que son la guía que los autores proponen para pensar el sistema universitario, para contar una historia de sus logros y sus limitaciones.
Así, además de historiar un pasado, de repasar los conflictos que tensionaron a la universidad, muchas veces reflejo de los que tensionaban a la sociedad argentina toda, esta obra es a la vez un programa de transformaciones, porque al buscar claves interpretativas en el pasado sobre los problemas actuales, busca poner a estos sobre el tapete, e intentar abordarlos.
¿Que tan importante es conocer el pasado para transformar el presente? La pregunta parece responderse sola. Entender como se gestó la estructura actual del sistema universitario, sus virtudes y sus falencias, sus acuerdos y contradicciones, es imprescindible para diseñar un programa de reformas. Y Juan Carlos, que trabajó toda su vida para promover dicho programa, podía orientar la indagación en el pasado buscando precisamente las raíces de los problemas a los que debemos hacer frente.
Si tratara de enunciar todos los grandes temas que el libro aborda sin duda cometería graves omisiones; pero basta mencionar algunos de los centrales para dar una medida de la envergadura de la obra. Estos temas, verdaderos problemas nodales de nuestro sistema universitario, son algunos de los ejes que vertebran los argumentos que este texto nos ofrece. En ellos, más que proponernos interpretaciones sencillas y cerradas, lo que los capítulos de síntesis y las múltiples entrevistas nos ofrecen es un mapa de las ambigüedades y complejidades, de las encrucijadas que hacen que nunca existan soluciones sencillas para lograr unos objetivos que aunque muchas veces compartidos, no ofrecen caminos unívocos y claros para ser alcanzados.
Desde sus mismos orígenes un problema central ha sido la relación entre el Estado y educación superior. Un problema que incluye la relación Iglesia-Estado, y que viene desde tiempos coloniales, con una única universidad en el actual territorio argentino, en Córdoba, y donde los cambios en la orientación de la monarquía ibérica, los conflictos con las órdenes religiosas, las dificultades para la modernización de la curricula, preanunciaban ya en el siglo XVIII muchos problemas que, bajo formas muy diferentes, se manifestarían reiteradamente en nuestro sistema de educación superior.
Así, las orientaciones de las instituciones fueron variando en el tiempo, y desde la discutida fundación de la Universidad de Buenos Aires, se fue ampliando la oferta institucional. Pero esta no se expandió de marea significativa hasta el siglo XX. Primero con la universidad de La Plata, que en su momento propuso un enfoque diferente de la enseñanza universitaria, y luego con algunas universidades en ciudades claves del interior, como Tucumán y Mendoza. La apertura a las universidades privadas de mediados del siglo pasado volvió a girar sobre el tema religioso, pero preanunciaba una ampliación del sistema, protagonizado tanto por el que el sector estatal como el privado. La entrevista a Alberto Taquíni, actor central de una etapa de la expansión de la oferta publica, ilustra la amplitud de la indagación. Pero esa expansión no se limitó a la oferta pública, ni la privada giró exclusivamente sobre la cuestión religiosa, y el libro aborda lo que es hoy un sistema muy amplio y variado.
La diversificación planteó innumerables problemas, que la obra se encarga de hacer explícitos. Por un lado, esta la cuestión regional, la pregunta sobre la mejor forma de hacer llegar la posibilidad de los estudios universitarios a los jóvenes de todo el país. Por otro, el de los tipos de oferta. No hay simplemente un sistema público y uno privado, si no una variedad de instituciones públicas, de administración estatal o privada, que conforman un panorama de lo más complejo, y cuya imagen emerge en las intervenciones de los entrevistados y en los comentarios de Juan Carlos, que fue un actor importante durante el reciente y explosivo crecimiento de la oferta de instituciones estatales y privadas.
Por otro lado, si ya desde las raíces coloniales existieron disputas en torno al gobierno de la universidad, desde la llamada “Reforma” de 1918 – un proceso que, como muestra el libro, fue más variado y complejo de lo que en general se cree, el gobierno de la universidad pública ha planteado alternativas y problemas que surgen claramente en los análisis de Osvaldo y en las entrevistas llevadas a cabo por Juan Carlos. La cuestión de la autonomía y sus límites es uno recurrente, y una y otra vez regresamos al tema de la Ley de Educación Superior de los años 1990, en la que Juan Carlos tuvo un papel determinante, y en su modificación de 2015, que plantea serios problemas sobre la congruencia de objetivos y medios, en temas como el de la inclusión social.
Un problema central de nuestro sistema es el de la definición clara de los objetivos, de los del sistema en su conjunto, y de cada institución en particular. La orientación profesional de la mayoría de nuestras casas de educación superior reaparece una y otra vez en las preguntas y los planteos de los entrevistados y con ella, la cuestión sobre si es la Universidad la que debe otorgar las habilitaciones profesionales, algo que en general nos parece muy natural, pero que en diferentes lugares del mundo se encara de maneras distintas. Una discusión abortada en general en la Argentina, y que el texto se encarga de volver a poner sobre el tapete.
La contracara del enfoque profesionalista en la universidad es el papel que en ella cabe a la investigación. El ideal de una universidad de excelencia, en que especialistas del mayor nivel internacional produzcan y transmitan conocimientos, que ha sido cultivado por nuestro sistema universitario ya desde fines del siglo XIX, ha tenido las más serias dificultades en llevarse sistemáticamente a la práctica, en parte por los vaivenes de nuestra política universitaria, en buena medida porque la prioridad profesionalista no siempre permitió espacio para el protagonismo de la investigación, en parte porque el gobierno de la universidad prioriza otras cosas por sobre la investigación, etc. Esta falencia de larga data en nuestro sistema dio origen al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) a mediados del siglo pasado, pero su rol, inicialmente previsto para apoyar el desarrollo de la investigación en las universidades estatales, ha tendido a cobrar rumbos diferentes, con una tendencia a sustituir más que apoyar a la investigación en las universidades. La creación de la Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología (ANPCYT) en los años 1990, otro de los aportes de Del Bello, buscó compensar en parte este desvío. Pero la forma de articular este sistema para potenciar la investigación universitaria publica y privada, sigue siendo un problema difícil de abordar, y el presente texto nos ofrece una sólida vía para hacerlo.
El papel de la investigación está asociado al de la calidad académica, y naturalmente, al mecanismo de selección de los docentes. Los concursos docentes son, entonces, otro tema que emerge en el análisis del sistema, y que evidencia aristas más complejas de lo que a primera vista puede suponerse. Así, el problema de la calidad de la labor universitaria, tanto en términos de la composición de su cuerpo de profesores como de la eficacia de su labor docente, otro tema largamente postergado, y que se planteó en los noventa, dando lugar a la creación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), aparece como un núcleo importante en esta obra.
En una arista diferente, se plantea el tema de la financiación de las universidades estatales. Como el libro se encarga de recordarnos, ni estatalidad es igual a gratuidad, ya que por mucho tiempo la universidad estatal fue arancelada, eliminándoselo durante el primer peronismo, ni gratuidad es igual a inclusión, ya que como señalan varios de los entrevistados, la matrícula de las universidades públicas no son un ejemplo de democracia social, pese a su gratuidad, ni la de las privadas uno de segmentación social, pese a ser matriculadas. Esto plantea interrogantes que ocupan un lugar destacado en varios de los pasajes del libro, como el problema de la articulación de la universidad con el sistema de enseñanza media, y la mejor forma de que esta sea funcional a la inclusión social. ¿Realmente el ingreso irrestricto es una forma de inclusión, o solo un brutal mecanismo de selección? Como enfrentar el alto desgranamiento y la baja tasa de graduación. Estos problemas, centrados en la inclusión social, son un tema central en el diálogo final con muy destacados especialistas, como son Rodrigo Arocena de Uruguay, José Joaquín Brunner de Chile, y Marcelo Rabossi y Juan Carlos Tedesco de Argentina.
Estos y mucho otros interrogantes hacen que esta “Historia...” abra el camino para una rica reflexión. El libro no busca darnos una receta sobre como resolver estos problemas, pero si dar valiosos elementos para abordarlos, ver como adquirieron los rasgos que hoy tienen, cuales son las virtudes y problemas de las prácticas actuales, y como tratar de avanzar en la búsqueda de soluciones.
Sobre una singular historia del sistema universitario argentino
Eduardo Sánchez Martínez2
Invitado a comentar brevemente la “Historia del Sistema Universitario Argentino”, de Juan Carlos Del Bello y Osvaldo Barsky, publicado a fines de 2021 por la Editorial de la Universidad Nacional de Río Negro, quisiera empezar por señalar un aspecto que no suele ser frecuente en los comentarios o reseñas bibliográficas. En efecto, mi primera impresión en cuanto a los aspectos formales de este libro de casi 700 páginas, es el muy cuidado trabajo de edición que se puede observar a lo largo de su lectura. Aunque la manipulación del libro no resulta del todo cómoda por su voluminoso tamaño, el cuidado que ha habido en la organización del extenso texto, lo mismo que en la minuciosa revisión sintáctica y ortográfica, es para destacar sin disimulos en un medio donde estas cuestiones, sin duda de carácter formal pero no por ello secundarias, suelen subestimarse cuando no pasarse directamente por alto.
En cuanto a sus aspectos sustanciales, dado el limitado tiempo previsto para los comentarios, me limitaré a destacar tres o cuatro aspectos de la obra en cuestión que me parecen relevantes.
En primer lugar, quisiera destacar la originalidad y la dimensión del trabajo emprendido y llevado a cabo con un resultado concreto que hoy tenemos a la vista. Es ésta, en efecto, una historia muy particular por la forma en que se ha construido. Además de una extensa introducción de corte específicamente histórico, que de alguna forma sistematiza la evolución del sistema universitario, la parte central y más original del trabajo se basa en testimonios que surgen fundamentalmente de entrevistas. Son entrevistas que Juan Carlos Del Bello hace a unos cincuenta, en su gran mayoría reconocidos conocedores de ese sistema, sea por haberlo estudiado e investigado como académicos, sea por la experiencia de haberlo transitado en distintos momentos de las últimas décadas, sea todavía por haber vivido en ese tránsito experiencias personales o institucionales difíciles y aun traumáticas en momentos críticos de nuestra historia un tanto convulsionada. Creo que la idea inicial de los autores fue hacer una ‘historia audiovisual’ que visibilizara aspectos, momentos o hechos de esa trayectoria histórica que suelen quedar ocultos u olvidados por distintas razones en algunas de las historias que se suelen transmitir y compartir comoSefinitivas. Y lo destacable, me parece, es que este libro, y la historia audiovisual que lo precedió, es una muestra cabal de la visión, de la enorme capacidad de trabajo y de la tenacidad de su autor principal para proponérselo y saber hacer todo lo necesario para llegar a buen puerto. Lo que para el común de los mortales aparecía inicialmente tal vez como una idea un poco loca, seguramente interesante, pero al mismo tiempo como una utopía poco menos que irrealizable por su magnitud y complejidad en el marco institucional en que debía realizarse, él supo insistir en esa idea, persistir en ella, buscar los apoyos necesarios, asumir los riesgos que suponía seguir adelante, y vencer los obstáculos que fueran apareciendo en el camino. Tenemos así hoy un trabajo realizado y terminado, un resultado concreto, que puede por supuesto merecer distintas valoraciones, pero que no es poco como ejemplo para un país que para salir de su letargo necesita de esa claridad de miras, de esa determinación y de esa capacidad de decisión para salir adelante.
En segundo lugar, me parece destacable y legítimo el objetivo que los autores se plantearon, de dar cuenta y de conocer más a fondo la trayectoria histórica de nuestras universidades, y del sistema universitario como tal, destacando hechos, situaciones, momentos, que no siempre aparecen, se recuerdan o se transmiten en algunas de las versiones más difundidas de esa historia. Y esos hechos a veces quedan deliberadamente ‘invisibilizados’, como hoy se suele decir, por interpretaciones ideologizadas o interesadas por otros motivos, que terminan por apartarse del objetivo mayor de descubrir y dar a conocer los hechos tal cual fueron, tal cual sucedieron. Y este es un riesgo del que podría pensarse que tampoco está exenta la presente obra, aunque Del Bello -que fue por décadas un actor relevante del sistema- da muestras aquí otra vez de su integridad, su apertura y su estatura intelectual, consciente como era de que nunca debemos limitarnos a escuchar solamente a quienes coinciden con nuestro pensamiento y nuestras ideas, sino abrir la mente y el espíritu para escuchar y aceptar las razones y argumentos que puede haber en el discurso o la posición de quienes disienten. He leído atentamente las 700 prietas páginas de este trabajo, y me he sentido reconfortado, sinceramente reconfortado, observando y constatando el respeto por los principios del pluralismo, tanto en los criterios que seguramente han guiado la selección de los actores convocados para ser entrevistados, como por el nivel y el respeto observado en los diálogos mantenidos.
El tercer aspecto que quisiera destacar es precisamente la estrategia elegida para traer a la luz hechos o situaciones que en algunas versiones de la historia de las universidades suelen aparecer, como acabo de observar, como ocultos o silenciados. Sin desmerecer el aporte histórico de la extensa introducción, lo mismo que de la parte introductoria de cada capítulo, que aportan síntesis de conjunto que facilitan la comprensión de los hechos, lo más original del trabajo, como ya he dicho, es la idea de entrevistar a respetados especialistas y experimentados actores que en distintos momentos han sido protagonistas privilegiados de la época que vivieron. Además de la apertura de la convocatoria, lo que más llamó mi atención es la riqueza de los contenidos que salen a la luz en la inmensa mayoría de los casos. El clima creado por el entrevistador, la agudeza y perspicacia de las preguntas disparadoras, y la apertura de espíritu para provocar y mantener una conversación inteligente y seguramente sincera con cada entrevistado, aparecen como una fuente de inapreciable valor para construir historia, previo pase, si cabe, por el tamiz de los cánones científicos de rigor. Destaco en especial la riqueza de los contextos históricos que se presentan, sobre todo en las ùltimas etapas o períodos históricos que se cubren, retratos no sólo ampliamente informados sino también muy vívidos, retratos fuertes, vigorosos, que ayudan a entender más cabalmente los momentos, las circunstancias, los cambios y los claroscuros que siempre hay y que a veces quedan al parecer olvidados y no aparecen en el conocimiento o en las percepciones que se suelen tener de esa historia.
En fin, mi último comentario es que, más allá de mi afinidad con el espíritu que anima a este trabajo, y de los aspectos positivos que he destacado, así como de muchos otros que con más tiempo habría que ponderar debidamente, como universitario por momentos me asalta un cierto temor de que el título escogido pueda llevar a una idea tal vez equivocada sobre el verdadero contenido de lo que se ofrece. Porque en mi opinión no es, como algunos pudieran quizá interpretar, una Historia del Sistema Universitario Argentino acabada, por así decir cerrada a nuevos aportes y contribuciones. O lo que sería peor, una historia de antemano comprometida con una posición política o ideológica determinada, cuando creo que sus autores, siendo ellos mismos personas que en su trayectoria ciudadana no han ocultado nunca su compromiso político, han sabido esquivar la confusión y superar con altura esa frecuente y perversa tentación. Además del espíritu y del objetivo que a ellos los anima, me parece que lo que los ha motivado y los distingue en esta ocasión es haber encontrado “una manera de hacer historia -como desliza al pasar el historiador Luis Alberto Romero en la entrevista que le hace Del Bello- que es además -añade Romero- una forma de comprometerse con el presente…” (p. 332). Creo que una muestra de ello es que esta singular historia no sólo busca indagar en el pasado, sino que también transmite una sentida preocupación por un presente universitario complejo, que debe enfrentar desafíos para los cuales no se logra siempre encontrar respuestas que vayan a las causas estructurales, de fondo, que sean además convincentes y sostenibles en el tiempo. De allí que reflexionar sobre el presente desde una mirada no complaciente, como dice Barsky en la parte introductoria, lleve finalmente a sus autores a pensar en nuevos y si cabe más profundos cambios y transformaciones, e implícitamente en las decisiones y acciones que puedan llevar a la gradual construcción de un sistema universitario del que se pueda decir que avanza realmente en términos de más inclusión, de más equidad y de mayor calidad.
En suma, en mi opinión, más que una historia acabada, cerrada, lo que tenemos entre manos es un interesantísimo trabajo de registro de hechos, de situaciones, de interpretaciones, y de testimonios por demás valiosos, para ayudar a construir una historia más integral, más rica y completa del sistema universitario argentino. -
1 Graduado en Historia en la Universidad de Buenos Aires (1976) y doctorado en la Universidad de Oxford (1981), es autor de numerosos libros y artículos sobre la historia argentina publicados en el país y en el exterior. Miembro de la Academia Nacional de Historia. Ha enseñado en numerosas universidades públicas y privadas de la Argentina y es actualmente profesor titular de Historia Argentina de las Universidades Nacionales del Centro de la Provincia de Buenos Aires y de Mar del Plata. Ha sido presidente de la Asociación Argentina de Historia Económica (1990-1995) y de la Asociación Argentina de Estudios de Población (1993-1995). Fue vice-rector de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (1996-2000).
2 Graduado en Ciencias Políticas, ha realizado estudios de posgrado en Bélgica, Brasil y Chile. Se desempeñó como rector de la Universidad Blas Pascal. Fue Secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la República Argentina. Actualmente es profesor de posgrado en varias universidades, públicas y privadas, y consultor en asuntos de educación superior.
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